Junto con la de la Cuesta de los Ciegos y alguna de la Casa de Campo, son las únicas fuentes de la II República que han logrado llegar a nuestros dias. Ésta en cuestión, quizás, por el abandono que siempre ha sufrido el barrio de Lavapies (Avapiés).

Aunque en principio manaba su liquido elemento del viaje de agua del Abroñigal Bajo, actualmente de sus grifos brota la del Canal de Isabel II.
La historia de sus dos nombres es sencilla:
– Cabestreros: por estar aquí establecidos los cordeleros del cáñamo, gremio que, entre otras cosas, fabricaba ramales o «cabestreros» para las caballerías.
– De los Machos: popularmente se atribuía a esta fuente facultades para exaltar la virilidad de los hombres que bebían su agua y entre la majeza quedo aquello de decir «es muy macho porque ha bebido el agua de Cabestreros».
Pedro de Répide, en sus anécdotas, nos cuenta que «el verdadero significado de ser muy macho indica que el individuo en cuestión sirve exclusivamente para tirar de un carro, y así suele ser, en realidad».
Debido a la distorsión de vocablo «macho» y a que el agua es del Canal, no del antiguo viaje de agua del Bajo Abroñigal, el paso por la plazuela de la calle Mesón de Paredes es simplemente un dato histórico y curioso de este tremendo barrio.
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