“No, ésta no es la iglesia primitiva: hubo otra anterior, más cerca de Puerta Cerrada, que luego se trasladó aquí”. Así se afirma en toda tertulia informada que se precie, en libros y blogs que recogen ecos de otros ecos anteriores sin plantearse –¿para qué?– si la voz primera era cierta, y, ya al pie del propio –y resignado– templo actual, altavoz en mano y al cobijo de un paraguas de color, en atropellados paseos guiados a lo largo de nuestras calles más antiguas.