Trataremos en esta entrega del periodo comprendido entre la época de Isaac Newton -que habíamos visto en el capítulo anterior- y la aparición de las novelas de Julio Verne sobre el viaje a la Luna en el siglo XIX.
Los siglos XVIII y XIX son de enormes avances científicos. De hecho es en ellos donde se empieza a consolidar la Ciencia tal como la conocemos hoy en nuestras vidas, libre de tutelas alquímicas o de fundamentalismos religiosos. La química conoce grandes progresos de la mano de Lavoisier y Mendeleiev. Faraday sienta las bases del electromagnetismo y Gustav Kirchhoff (1824-1887) es a la astrofísica lo que Newton a la astronomía, pues convirtió las observaciones previas de otros del espectro de los cuerpos celestes en una ley de relación de las temperaturas y las longitudes de onda de emisión, es decir, abrió el camino a conocer lo que hay en las estrellas sin necesidad de visitarlas físicamente.
También en el siglo XIX nace la fotografía, ciencia desde entonces complementaria de la astronomía, y también William Herschel dedujo la forma de la galaxia en la que vivimos y descubrió el planeta Urano. En la época de las guerras napoleónicas se construye el observatorio de Madrid, en el Retiro, y también en esas mismas guerras se emplean los primeros cohetes de uso militar, los de William Congreve, de corto alcance, un kilómetro y medio, carácter incendiario y combustible sólido.
Julio Verne, prolífico escritor francés, vive entre 1828 y 1905, periodo que casi se corresponde con la era victoriana de los británicos. No es el primer autor de ciencia-ficción, pero si uno de los primeros en dotar a sus obras de verosimilitud basada en los conocimientos científicos de su época y en la capacidad prospectiva de dichos años.
En la obra de Julio Verne se distinguen tres etapas:
-Una inicial de escepticismo hacia el progreso.
-Otra comprendida entre 1863 y 1886 de colaboración con el editor Pierre-Jules Hetzel. Es una etapa de optimismo en el progreso de la humanidad, pero en la que no deja de meter pequeños mensajes críticos soterrados en las narraciones.
-La tercera y última etapa corresponde a una visión distópica y pesimista del futuro. En ella podemos encontrar por ejemplo La Esfinge de Hielo de 1897, novela pionera en la denuncia de la caza excesiva de las ballenas. En 1863 también había dejado escrita París en el Siglo XX que no fue publicada sino hasta 130 años después. En ella los avances técnicos revelan una cara oscura de deshumanización de la sociedad.
La trilogía de novelas lunares de Julio Verne se inicia en 1865 cuando aparece De la Tierra a la Luna. Esta novela es continuada con Alrededor de la Luna (1869) y con El secreto de Maston (1889) y en ellas aparecen hechos y circunstancias que se pueden considerar proféticos con respecto al viaje lunar de 1969, si bien lo que se cuenta es una expedición más similar a la del Apolo 8 (circunnavegación de la Luna) que al Apolo 11 (alunizaje propiamente dicho).
Varias anticipaciones certeras de estas novelas son la existencia de viajes de ensayo con animales antes de lanzarse humanos (si bien en vez de cohetes se emplea un cañón gigantesco). Los tres viajeros del espacio, entre los cuales hay un francés, Ardan, que es un anagrama de Nadar, fotógrafo y asesor de Verne, son lanzados desde Tampa, población situada en el estado de Florida, como Cabo Cañaveral. La caída en el Pacífico al regreso del viaje se produce a pocas millas del splashdown de 1969. Pero quizá la profecía más grande no es de carácter técnico sino geopolítico: la expedición no la organiza Francia ni Gran Bretaña, las grandes potencias hegemónicas de 1860, sino los Estados Unidos, país que por entonces está saliendo de los estragos de una cuenta guerra civil. El lobby de artilleros que promueve la construcción del cañón espacial no se diferencia en lo esencial de la Asociación Nacional del Rifle, fundada en 1871.
Estas obras de ficción son ampliamente conocidas por haber sido llevadas varias veces al cine y a la televisión, no siempre con fidelidad al texto original. Sin embargo, hay otra novela posterior de Julio Verne de 1879, menos conocida por el público pero igualmente clarividente, que se titula Los 500 Millones de la Begun. En ella aparece un satélite artificial de uso militar -aunque haya sido puesto en órbita por motivos puramente accidentales- y también teorías urbanísticas que podría haber firmado perfectamente un Arturo Soria. Asimismo, hay un nuevo actor en la geopolitica, la Alemania unificada de Bismarck, que según Verne evolucionará hacia un nacionalismo ultraxenófobo y racista constructor de grandes proyectos armamentísticos. Estamos en la época de la guerra franco-prusiana, pero ya se intuye el Tercer Reich de media centuria más tarde.
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