Situado en las afueras de Madrid, rodeado por el bosque de El Pardo, de donde toma su nombre, este palacio ha servido como lugar de descanso para los monarcas y como escenario de importantes eventos políticos. En la actualidad sigue siendo un importante símbolo de la monarquía española, además de albergar una rica colección de arte y servir como sede de eventos oficiales.
El origen del Palacio de El Pardo
La historia del Palacio de El Pardo se remonta al siglo XIV, cuando el monte de El Pardo era un popular coto de caza de los monarcas castellanos. En 1405 Enrique III ordenó construir una casa real o pequeño castillo en este lugar que el emperador Carlos V reemplazó por un palacio de nueva planta entre 1540 y 1558, diseñado por Luis de Vega, con forma de alcázar cuadrado, torres en las esquinas y rodeado por un foso. Felipe II lo embelleció entre 1563 y 1568 al estilo italiano, con estucos, pinturas murales y retratos de la familia real, en su mayoría obras de prestigiosos pintores, como Becerra, Tiziano, Antonio Moro y Sánchez Coello.

El incendio de 1604 y su impacto en el Palacio
El incendio de 1604 fue un desastre para el patrimonio artístico español. Las llamas destruyeron casi quinientas obras valiosas, entre pinturas y otras piezas culturales de gran importancia. A pesar de la magnitud de la tragedia, algunas obras lograron sobrevivir a las llamas, destacándose el cuadro de Tiziano Júpiter y Antíope -también conocido como la Venus del Pardo-, lo que supuso un grandísimo alivio para Felipe III. «Si ese cuadro se salvó, lo demás no importa» se dice que comentó el monarca al conocer la noticia del trágico suceso.

Tras el incendio, del que solo sobrevivió la torre suroeste, el palacio fue reconstruido por el arquitecto Francisco de Mora. Después de su muerte, su sobrino Juan Gómez de Mora continuó la obra, completando la construcción bajo el reinado de Felipe IV.
Transformaciones posteriores y el siglo XX
A lo largo de los siglos, el Palacio de El Pardo fue objeto de diversas transformaciones, adaptándose de manera constante a las nuevas demandas de cada periodo histórico. Durante el reinado de Felipe V, el monarca, atraído por el carácter agreste y la serenidad del entorno natural de El Pardo, decidió convertirlo en la residencia principal de la corte durante los meses invernales e hizo edificar la Capilla Real, integrada al Palacio. Esta elección reflejaba no solo el deseo de alejarse del bullicio de la capital, sino también un afán por encontrar en El Pardo un refugio más íntimo y adecuado para las épocas frías.
El hijo de Felipe V, Carlos III, también se sintió profundamente atraído por El Pardo, y su aprecio por este palacio fue tal que lo estableció nuevamente como la residencia principal de la corte durante el invierno. Bajo su reinado, El Pardo experimentó una de sus más destacadas transformaciones arquitectónicas, con una notable ampliación extendiendo un ala hacia el este, lo que dio lugar a una nueva fachada principal orientada al sur, además de un patio central que reorganizaba el amplio espacio obtenido.

El palacio sufrió graves daños durante la Guerra Civil, pero al finalizar el conflicto fue restaurado y adaptado para ser la residencia del Jefe del Estado, Francisco Franco, quien lo habitó desde 1940 hasta 1975.
Legado y actualidad del Palacio de El Pardo
Actualmente, el Palacio de El Pardo continúa siendo un destacado símbolo histórico de España. Tras el fallecimiento de Franco, fue incorporado al patrimonio nacional y se abrió al público. Los visitantes pueden admirar su valiosa colección de cuadros y tapices de los siglos XVI y XVIII, que decoran sus paredes, así como el elegante mobiliario que lo acompaña.

Su rica historia, marcada por el incendio de 1604 y las posteriores transformaciones, convierte al Palacio de El Pardo en un testimonio del cambio político, cultural y artístico en España a lo largo de los siglos.
Páginas web consultadas
- Museo del Pardo: Entrada sobre el Palacio de El Pardo
- COAM: Entrada Sobre el Palacio de El Pardo
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