En el capítulo anterior habíamos dejado a la ciudad de Madrid en pleno derrocamiento de la reina Isabel II. Empezaba el “sexenio caótico”, que a nivel político iba a ser una decepción, pero a nivel urbanístico aceleraría muchas reformas.
El Plan Castro, aun siendo una herencia de la monarquía isabelina, fue asumido por las nuevas autoridades del gobierno provisional, que se puso a buscar un nuevo rey para España.