Madrid, una Historia de bigotes (VIII): La ciudad de los Austrias mayores

Cuando Carlos se posesiona de Castilla, América no es sino un trazo en el mapa. El continente no tiene sino una cara: la del Atlántico. Del lado del mar que descubrió Balboa, nadie sabe lo que hay. Del Caribe mismo sólo se conoce la mitad. Falta por ver toda la costa que va desde Florida hasta Yucatán. Durante los cuarenta años que reinará Carlos, el continente quedará todo explorado y visto: serán cuarenta años que transformen al mundo. Carlos empujará las naves de Magallanes, que medirán la cintura de la esfera; se fundarán virreinatos y gobernaciones; se fundarán todas las capitales de América, excepto Santo Domingo y La Habana.

Germán Arciniegas. Biografía del Caribe

Este encendido elogio de Arciniegas al Emperador se refiere, evidentemente, a los países de la América hispana, pues aparte de esas capitales, otras naciones fundaron las ciudades que hoy forman los Estados Unidos y el Canadá, aparte de los pequeños enclaves de las Guayanas, pero en lo esencial, describe perfectamente la descomunal expansión del poder de la monarquía hispana en unas pocas décadas. De un conjunto de reinos envueltos en querellas feudales a un imperio comparable al de los Césares. Todavía se mantenían algunas herencias de los anteriores reyes, como el caso de que la capital de tan vasto poder todavía no fuera estable, sino itinerante, aunque Madrid ya había alcanzado un rango muy alto entre las diversas ciudades de Castilla, y no será de extrañar que el siguiente rey, Felipe II, sea el que fije Madrid como sede áulica del gran poder transatlántico.

Alcázar de los Habsburgo, en el que se concentraba en el siglo XVII tanto o más poder que en la Casa Blanca en el XX. Ilustración de Filippo Pallota de 1704
Alcázar de los Habsburgo, en el que se concentraba en el siglo XVII tanto o más poder que en la Casa Blanca en el XX. Ilustración de Filippo Pallota de 1704

En los años de Carlos I se reunieron cortes en Madrid en tres ocasiones: en 1528, en 1534 y en 1551. La ciudad sirve de cárcel al rey francés Francisco I, que es capturado en 1525 durante las luchas entre españoles y franceses por el dominio del norte de Italia. Permaneció como un preso de lujo en el Alcázar y otros edificios hasta 1526, tratado a cuerpo de rey (nunca mejor dicho) por Carlos, que exhibía a su compañero de profesión como testimonio del poderío que había alcanzado el reino. Fue devuelto a Francia en 1526.

El Madrid imperial tiene de unos 15.000 a 20.000 habitantes y se vuelve a expandir, ahora hacia el norte (hacia la actual Plaza de Santa Bárbara), y hacia el este, por el camino de Alcalá de Henares, cuyos tramos más cercanos a la villa se irán convirtiendo en las primeras manzanas de casas de la Calle de Alcalá. Eran los tiempos en que vivió Francisco de Vargas, consejero de los Reyes Católicos que continuó su labor de asesor con el nuevo rey. Cuando el poder tenía dudas de cómo acometer una decisión política de altos vuelos, se decía: «averígüelo Vargas», pues tal era la confianza que se tenía en don Francisco. Intervino en la secesión de San Sebastián de los Reyes a partir de Alcobendas, y fue iniciador de la «capilla del Obispo» de la plaza de la Paja, llamada así por haberla concluido su hijo Gutierre de Vargas. La familia Vargas vivía en lo que ahora es Museo de los Orígenes, y una de sus fincas a las afueras de Madrid, la Casa de Campo, fue vendida por los descendientes de Francisco de Vargas a Felipe II.

Como principales obras emprendidas en Madrid durante el reinado de Carlos I y de su hijo Felipe II caben destacarse el nuevo Puente de Segovia, -construido aguas abajo de otro medieval-, como salida de las carreteras hacia Castilla la Vieja y Extremadura, y que es un diseño de Juan de Herrera, el monasterio de las Descalzas Reales, -cuyas monjas siguen labrando el huerto medio milenio más tarde, con los carteles de los centros comerciales de la plaza del Callao asomando por encima de los tejados-, la iglesia de San Ginés, en la calle del Arenal (se cree que este templo tuvo una ubicación diferente en tiempos de los arrabales) (1) y amplios trabajos de reedificación del Alcázar. Asimismo, hay que citar el primer teatro con edificio estable, el de la calle de la Cruz, en el año 1574.

Carlos I cedió el poder a su hijo Felipe II, con el que comparte la fase de esplendor del reinado de los Habsburgo en España. Los posteriores reyes de la dinastía austriaca se limitarían a dilapidar y a dejar perder los logros de estos dos precursores.
Felipe II dejó como principal huella de su mandato el traslado de la capitalidad de España a Madrid, en el año 1561. La Corte fue trasladada desde Toledo, donde llevaba un tiempo, y de ahí ya no se movió salvo en una tentativa posterior de Felipe III, de corta duración. En muchos pueblos de nuestra provincia vecina se movilizaron en la primavera y verano de ese año de 1561 carros para el traslado de los aristócratas y funcionarios, como cuando en las guerras actuales se movilizan barcos o autobuses civiles para llevar tropas. Consecuencia directa de todo esto fue la implantación en Madrid de la regalía de aposento, por la cual muchos propietarios de casas tuvieron que ceder parte de los edificios para alojar a este funcionariado.

Mesonero Romanos enumera como posibles causas de que Madrid sea la capital de España:

-Ser una ciudad ajena a tradiciones, simpatías o antipatías históricas que iban arrastrando ya otras poblaciones.

-Posición geográfica céntrica, equidistante de la mayor parte de reinos. Bajo Felipe II hubo unos años en que todos ellos estuvieron bajo su poder, incluyendo Navarra, que se incorporó definitivamente a España, e incluyendo Portugal, que dejó de ser reino independiente en 1580 tras la extraña desaparición del rey don Sebastián, y permaneció en manos españolas hasta 1640.

-Relativa cercanía al reino de Aragón, del que se temía que pudiera iniciar procesos para desvincularse de Castilla y volver a su carácter de estado independiente.

-Proyectos que había para mejorar el abastecimiento de agua potable a Madrid con un canal desde el Jarama. (a esa apreciación hecha por Mesonero podríamos añadir otros planes estudiados bajo el reinado de Felipe para canales de navegación y dragados del río Tajo que permitieran llegar a Madrid a barcos de pequeño calado)

Otro historiador más moderno, José del Corral, en El Madrid de los Austrias, propone la tesis de que Madrid fue elegida como capital por descarte de otras ciudades:

-Toledo, a pesar de su centralidad, había sido un foco de comuneros en la pasada guerra, y podían quedar en ella núcleos de desafectos a la Corona.

-Segovia se hallaba en las mismas circunstancias, y además en ella había moriscos.

-Valladolid era un foco de heterodoxia religiosa, pues ya se estaba perfilando el que iba a ser el siguiente enemigo de la monarquía tras siglos de enfrentamientos con el Islam: la reforma protestante, que aquí no consiguió echar raíces, pero que en Alemania iba a ser enseguida un enorme contrapoder cultural, social y militar a la Corona.

Aparte de las opiniones de estos autores, a las que no les falta razón, podemos aventurarnos a emitir otras dos, a simple vista contradictorias pero más bien complementarias. Madrid fue elegida por Felipe II:

-porque en Madrid no había obispo y Toledo era la Sede Primada, con lo cual el traslado era muy útil a cualquier rey que quisiera tenrer un lugar donde ordenar y mandar a gusto sin compartir ciudad con otro de los grandes poderes de la época.

-porque Madrid se hallaba más cerca que Toledo de El Escorial. En 1557 la monarquía de Felipe II ya era la «monarquía católica», defensora de los intereses de la iglesia de Roma frente a las nuevas iglesias protestantes que habían aparecido en el centro y norte de Europa. Una de las batallas de esas guerras de religión, la de San Quintín, tuvo lugar el 10 de agosto de ese año, día de San Lorenzo, con resultado favorable a las armas españolas, y el 23 de abril de 1563 el rey inició las obras de un gran palacio-monasterio para conmemorar su victoria: el gran monumento pétreo de San Lorenzo de El Escorial, cuya construcción finalizó en 1584 (aunque el Panteón de Reyes no se terminó hasta 1654). Henry Kamen sugiere la posibilidad de que El Escorial fuese un gran monumento-búnker de homenaje al Concilio de Trento, que fijó el canon de la ortodoxia romana, frente a la hipótesis tradicionalmente aceptada de que se buscaba un lugar de enterramiento para los Habsburgos españoles. El hecho de que precisamente el Panteón fuera la última parte del complejo en iniciarse y en acabarse refuerza la opinión de Kamen.

Es decir, a nivel internacional, a Felipe II le interesaría una corte próxima a un gran monumento que reforzara su papel de «defensor de la fe», pero a nivel nacional, no querría tener obispos demasiado cerca que interfirieran con su poder absoluto. Otros defensores de la fé católica que despuntaban por entonces eran los miembros de la Compañía de Jesús, fundada en 1540 y que estableció su primer templo en la ciudad de Madrid en 1567.

El arquitecto de El Escorial fue Juan de Herrera (1530-1597), el mismo que diseñó el nuevo Puente de Segovia, y que estuvo implicado en numerosos proyectos de índole cartográfica y de navegación. La estética que impuso con El Escorial se llama desde entonces «herreriana», y en Madrid ha sido enormemente imitada, incluso en fechas tan recientes como mediados del siglo XX. Ya tenemos a Madrid como centro neurálgico del mundo del siglo XVI y del XVII, como Londres y París lo serían en el XIX y Nueva York en el XX. En el Madrid de finales del reinado de Felipe II coexisten el Consejo de la Inquisición, el de Castilla, el de Indias, el de Aragón, el de Italia, el de Flandes y el de Portugal. Desde el Alcázar y desde todos esos Consejos se expiden órdenes hacia todos los puntos del planeta.

NOTAS

(1) E incluso en su actual ubicación ha sido objeto de varias ampliaciones y reedificaciones de partes suyas.

Juan Pedro Esteve García
Últimas entradas de Juan Pedro Esteve García (ver todo)

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.