El 12 de abril de 1931 se celebraron elecciones municipales en España. A pesar del carácter local de estos comicios, el desprestigio al que había llegado la monarquía de Alfonso XIII, al que no se le perdonaba haber tolerado la dictadura finiquitada en 1930, hizo que las elecciones fueran en realidad un plebiscito sobre el modelo de Estado, con candidatos monárquicos y candidatos republicanos. El 14 de abril, el triunfo de estos últimos en Madrid y en la España urbana en general, llevó a la proclamación de un nuevo régimen, que duró hasta 1936 en paz y hasta 1939 en guerra.
En los meses anteriores había habido movimientos preparatorios para la República tanto entre varios partidos políticos (el Pacto de San Sebastián) como entre sectores de las fuerzas armadas (insurrección de Jaca). Cuando en el recuento electoral el conde de Romanones, uno de los principales sostenes del rey, vio que los republicanos habían ganado incluso en Guadalajara, su gran feudo caciquil, vio claro que la monarquía se había terminado. Los integrantes del Pacto de San Sebastián pasaron a formar el primer gobierno de la República cuando hasta hacía poco estaban encerrados en las prisiones alfonsinas.
En la Puerta del Sol se produjo una de las manifestaciones más multitudinarias de la historia de la ciudad, con el alzado de la nueva bandera tricolor. En la Plaza Mayor ocurrió un hecho bastante grotesco cuando los republicanos más exaltados volaron la estatua ecuestre de Felipe III, pues al caer al suelo los restos de esta obra de arte, se comprobó que estaba llena de esqueletos de pájaros. Los gorriones habían accedido todo ese tiempo, por la boca del caballo, al interior de la estatua, pero luego, eran incapaces de salir, y así durante años y años. Al reponerse la escultura en su lugar, se tomó la precaución de cerrar la boca del metálico animal.
En las Cortes Constituyentes estuvieron representados más de 40 partidos, aunque con el tiempo los verdaderamente importantes serían cuatro o cinco. El jefe del Estado pasó a ser Niceto Alcalá-Zamora, considerado un hombre de consenso al unir a su condición de liberal la de católico, por lo que siempre despertó recelos tanto en los sectores de la extrema izquierda (que le consideraban una especie de meapilas) como en los de la extrema derecha (que le consideraban un traidor)
Bienio de Azaña
El jefe del Gobierno fue Manuel Azaña, un alcalaíno cuyo ascenso político inicial había ido de la mano de los reformistas de Melquíades Álvarez, para luego pasar a ser la cabeza visible de la Izquierda Republicana.
La Casa de Campo, parque público.
Una de las primeras señales de que estaban empezando a cambiar muchas cosas en Madrid y en España fue la conversión en parque público de la finca de la Casa de Campo, hasta entonces un lugar de caza y esparcimiento de los miembros de la familia real. Esta finca se había adquirido por la Corona en tiempos de Felipe II, y desde entonces había recibido varias mejoras y ampliaciones. La entrega de los terrenos al Ayuntamiento se efectuó entre abril y septiembre de 1931, siendo alcalde el republicano Pedro Rico (1888-1957).
Nuevos urbanismos.
Gran seña distintiva de las actuaciones hechas en Madrid durante la Segunda República fue el empleo de la arquitectura racionalista, siguiendo las directrices del Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (GATEPAC). Como en todo el territorio nacional, la labor del nuevo régimen prestó gran atención a la construcción de escuelas, que eran envidiosamente llamadas “palacios” por los nostálgicos de la monarquía o por los nuevos grupos derechistas que se estaban formando, pues las consideraban sobredimensionadas. A nivel de edificios para viviendas, la Colonia El Viso trajo las primeras casas con comodidades hoy tan habituales como puede ser el frigorífico, y el gran bloque de ladrillo de la “Casa de las Flores” de Argüelles, obra de Secundino Zuazo, es un ejemplo de lo que podrían haber sido los ensanches que se proyectaban para Madrid, como la prolongación del Paseo de la Castellana desde el antiguo Hipódromo hasta el Hotel del Negro (es decir, desde los actuales Nuevos Ministerios hasta la actual Plaza de Castilla).
El Hipódromo de la Castellana fue trasladado a la carretera de la Coruña, y en su solar se empezaron a construir los Nuevos Ministerios, nuevos escenarios de poder para el nuevo régimen. Las obras de estos inmensos edificios no se terminaron hasta muchos años después, y la prolongación de la Castellana fue acometida ya enteramente por la posterior dictadura surgida en 1939.
Otras realizaciones importantes de la República azañista fueron:
-la terminación de la primera terminal de viajeros del Aeropuerto de Barajas (minúscula en comparación con las actuales)
-la construcción de la mayor parte del túnel ferroviario Atocha-Nuevos Ministerios-Chamartín (no terminado hasta nada menos que 1967)
El bienio de la CEDA
En el año 1933 las elecciones fueron ganadas por una coalición llamada Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) cuyo aglutinante era el partido Acción Popular de José María Gil-Robles (1898-1980), alrededor del cual orbitaban infinidad de partidos rurales o provinciales.
La CEDA terminó algunas de las obras públicas iniciadas durante el bienio de Azaña, abandonó otras, y reinició parte de las de la época de Miguel Primo de Rivera. El ideario político del bienio gilroblista consistió en gran parte en restablecer privilegios que habían sido arrebatados a la Iglesia Católica en 1931, aunque tampoco hubo especial unidad en muchos temas, dado que dentro de la coalición de gobierno aparecían personajes muy heterogéneos, como el polémico Alejandro Lerroux, del Partido Radical, siempre envuelto en demagogias e implicado en un escándalo de corrupción denominado el “estraperlo”. Lerroux procedía del anticlericalismo más ultramontano, pero con tal de arrimarse al poder, ahora no ponía reparos en pactar con personajes de misa diaria.
El “estraperlo” tomaba su nombre de una ruleta eléctrica (trucada) llamada Straperlo por los nombres de sus promotores. Unos dicen que eran tres, STRAuss, PERl y LOwann, y otros dicen que los timadores eran un dúo, STRAuss y PERLowitz. La difusión en España de la ruleta se debió a episodios oscuros tolerados por el entorno de Lerroux. El escándalo dañó enormemente la credibilidad del proyecto político del bienio derechista, y de la propia República, por lo que mucha gente que había apoyado a partidos de la derecha democrática pasó a apoyar a otros del tipo de la Falange Española, y muchos incondicionales del PSOE o de la Izquierda Republicana se fueron arrimando al PCE (que al fin y al cabo no deja de ser una escisión del PSOE acaecida en 1921 cuando parte del partido se marchó para integrarse en la IIIª Internacional de Lenin). La palabra “estraperlo” pasó desde entonces a designar “negocio sucio” en general, y en los años posteriores derivó a ser casi sinónima de “mercado negro”.
En 1933 llegó al poder en Alemania la dictadura de Adolfo Hitler, y enseguida vino el temor a que la CEDA española pudiera derivar hacia un fenómeno parecido. Parte de la CEDA era de convicciones democráticas bastante sólidas. Pero otra parte, especialmente las JAP (Juventudes de Acción Popular) empleaba en sus mítines una estética no fascista pero sí fascistizante (de hecho sectores de sus militantes acabaron pasándose a la Falange), y fuera de la CEDA había grupos como el Partido Nacionalista Español, comandado por el doctor Albiñana, que combinaba elementos de tradicionalismo agrario con otros abiertamente fascistas o nazis.
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