Madrid, una Historia de bigotes (III): Los carpetanos

Tradicionalmente se conoce como Prehistoria a lo que había antes de la aparición de testimonios escritos del pasado, e Historia a lo que ha ocurrido a partir de la aparición de la escritura. Esta frontera de Prehistoria e Historia es bastante difusa tanto en el espacio como en el tiempo, pues por una parte hay pueblos que desarrollaron la escritura hace milenios, allá por el Oriente Próximo, mientras que otros la han desconocido hasta la década de los años 70 del siglo XX, en la que se tomó contacto con tribus remotas de las selvas sudamericanas que habían permanecido hasta entonces sin documento alguno.

Mapa de los principales pobladores de la meseta prerromana, por Paulusburg-Wikimedia Commons
Mapa de los principales pobladores de la meseta prerromana, por Paulusburg-Wikimedia Commons

Por otra parte, en el valle del Manzanares se fueron asentando los poblados de unas personas que no generaban documentos sobre su historia y sus costumbres, pero de las que conocemos parte de su historia y parte de sus costumbres gracias a las descripciones que hicieron de ellas los cronistas de la siguiente civilización que entró en nuestras tierras, la de los romanos procedentes de otra península, la itálica.

Cuando llegan los romanos a Hispania, en el siglo II antes de Cristo, se encuentran una península en la que predominan dos civilizaciones diferenciadas: la de los celtas, de origen indoeuropeo y con gran implantación al norte de los Pirineos, y la de los íberos, con conexiones en el norte de África. No existía un estado celta que agrupara a todos sus pueblos, como tampoco lo había entre los íberos, sino que la autoridad política estaba fragmentada en pequeñas tribus o protonaciones que abarcaban territorios de unos cien o ciento cincuenta kilómetros de lado. Los valles del Manzanares, del Abroñigal, del arroyo de la Gavia (otro afluente del Manzanares que viene de Vallecas) y del Jarama estaban situados en tierras de los carpetanos, un pueblo celta. Al sur, los carpetanos limitaban con los oretanos, antepasados lejanos de los manchegos. Hacia el norte, al otro lado de las montañas, estaban los vettones que ocupaban lo que ahora llamamos, por ejemplo, la provincia de Ávila, y hacia el nordeste, los llamados «celtíberos», mezcla de los dos grandes grupos culturales de la península, que ocupaban tierras de las actuales provincias de Soria, Guadalajara y Teruel.

El principal vestigio de la presencia de los carpetanos en Madrid se halla en el Cerro de la Gavia, en la ladera oriental del río Manzanares, término municipal de Madrid, no muy lejos de la pedanía getafense de Perales del Río. Este cerro domina el lugar donde desemboca el arroyo de la Gavia en el Manzanares, y a día de hoy son perfectamente visibles los suelos y primeras hiladas de piedra de las casas del poblado, que ha quedado rodeado por los dos grandes ferrocarriles de alta velocidad que salen de Madrid, a un lado el de Andalucía y Valencia, y a otro el de Cataluña y Francia. Es un lugar que ofrece innumerables atractivos para el arqueólogo o para el curioso, pues a pocos metros se encuentran dos líneas de trincheras de la Guerra Civil, y los restos del Canal de navegación del Manzanares, del tiempo de los Ilustrados.

Más información:

«El Cerro de La Gavia. Un poblado de la Segunda Edad del Hierro en Villa de Vallecas (Madrid capital)». Autores: Jorge Morín de Pablos, Amalia Pérez­Juez Gil, Ernesto
Agustí García, Rafael Barroso Cabrera , Marta Escolà Martínez, Antonio
Malalana Ureña y Dionisio Urbina Martíne. Publicado en «La Gatera de la Villa» nº 15. Descargar

Juan Pedro Esteve García
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