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Las procesiones, a medio gas

Una de las consecuencias directas de la borrasca que se ha centrado en la Penísula Ibérica durante esta semana, aparte de «aguar» estos días de ocio a buen número de españoles, ha sido, lógicamente, la suspensión o abreviación de buen número de procesiones religiosas en Madrid. Tras meses de prolongada sequía, con uno de los inviernos más secos y de temperaturas más suaves que se recuerdan en los últimos años, el programa con el anuncio de las procesiones madrileñas ha sido tan eficaz como las más devota de las rogativas y el tiempo revuelto y las llluvias nos han visitado, no sólo en en este centro de la meseta castellana, sino en los cuatro puntos cardinales limitadores de la Iberia. Nunca llueve a gusto de todos, pero es indudable que el beneficio que reportan esta sucesión de borrascas cargadas de agua, es muy superior a la tristeza y frustación que habrán experimentados los hermanos y cofrades de las distintas hermandades, así como los naturales y foráneos que nos han visitado durante estos días y pretendían disfrutar y emocionarse con nuestros cortejos procesionales, catequesis viva en estado puro.

Como prefacio… un día soleado; el Martes Santo. Ese día 16 de abril a las 7 de la tarde se procedía al traslado del Santísmo Cristo de los Alabarderos desde su sede canónica, Catedral del Santísimo Sacramento de las FF.AA., hasta el Palacio Real, a fin de que pudiera efectuar su recorrido penitencial el Viernes Santo desde la sede de la Monarquía Hispánica.

Efectuado el traslado por la «Congregación del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada, Reina de los Ángeles». Escoltado por una escuadra de alabarderos, según apreciamos en la primera imagen, el Cristo crucificado es portado sencilamente a hombros en el traslado por varios hermanos, vestidos de túnica azul marino, con cíngulo y cuello alto rojos y escudo de la Congregación en el pecho, como vemos en la segunda imágen. La hermosa escultura del Crucificado, vestido con fadellín encarnado y ornamentación bordada en oro, es obra del año 2007 efectuada por el imaginero Felipe Torres Villajero. Asimismo, hemos de destacar el acompañamiento de la Unidad de Música de trompetas y Tambores de la Guardia Real, que podemos ver en la tercera foto.

El Miércoles Santo, y desde su sede en la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis Obispo inició su estació de penitencia, la Procesión de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de las Angustias (Los Gitanos). Iniciada a las 8 de la tarde, con el cielo absolutamente cubierto, la lluvia obligó a la Hermandad a abreviar el recorrido previsto, cuando apenas había llegado a la Puerta del Sol, y en lugar de enfilar la calle del Correo, desviarse los nazarenos por la calle del Arenal, como podemos ver en la movida cuarta imagen, donde malamente apreciamos al portador de la cruz de guía acelerando el paso bajo la impenitente lluvia que comenzaba a arreciar. Los penitentes, que podemos apreciar borrosamente en la quinta foto, pertenecientes a la «Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de las Angustias (Los Gitanos)» , visten túnica blanca, con capillo, cíngulo y botonadura morados. Los cirios, apagados por la velocidad en el caminar de los hermanos, y la lluvia. El Cristo y María Santísima, volvían desde la Puerta del Sol a la calle del Carmen. La primera en recogerse en el templo del Carmen fue la Reina de los Gitanos, a la que podemos ver fugazmente en la sexta foto,sobre trono de plata labrada bajo palio de terciopelo morado sustentado por doce varales. El Cristo de la salud, que podemos ver en la séptima foto, se recogeria pocos minutos después ovacionado y aplaudido, igual que su Madre, por los madrileños y foráneos. Ambas esculturas fueron realizadas en el taller de Ángel Rengel López en 1997.

La obra procesión, «perjudicada» por la noche lluviosa del Miércoles Santo, fue la del Santísimo Cristo de las Tres Caídas y Nuestra Señora de la Esperanza, con sede canonica en la Real Iglesia Parroquial de San Andrés Apóstol, sita en las puertas de la Morería madrileña. Su hora de salida, las 9 de la noche. No hubo opción; la lluvia no cejaba en su empeño. De manera que tras saludar a Jesús el Pobre,en su templo de San Pedro el Viejo, la imagen procesional, obra, de José Labrador Jiménez, finalizada en 2016, retornó a su templo rodeado por sus fieles cobijado bajo un improvisado impermeable. Como podemos apreciar en la octava foto, el trono se encuentra esculpido en madera a falta de ser dorado y estofado, No obstante, la «Hermandad Sacramental Santísimo Cristo de las Tres Caídas, Nuestra Señora de la Esperanza de Madrd y San Juan Evangelista (TRES CAÍDAS)», es de muy reciente creacion, y este es el segundo año que procesiona por nuestra Villa.

Amanece el Viernes Santo con la misma incertidumbre meteorológica de la víspera, y tras asistir a los oficios vespertinos de la Muerte de Cristo, en la preciosa Iglesia Parroquial de San Ginés, me encamino al Monasterio de la Asunción de Nuestra Señora, o de la Consolación, más conocido como de las Descalzas Reales, sita en la plaza homónima. Y antes de la finalización de los oficios, accedo al Claustro Público, bellamente adornadas sus paredes por preciosos tapices flamencos, algunos de cuyos cartones fueron diseñados por un joven Pedro Pablo Rubens a comienzos del siglo XVII, y tejidos en los talleres de Jan Raes y de Jakob Geubels, con representaciones alegóricas del triunfo de la Iglesia sobre el paganismo, y representaciones de pasajes del Antiguo Testamento que anticipan la venida gloriosa de Cristo. Y es que en este claustro se celebra una recoleta, solemene, y emotiva procesión con el Cristo Yacente que talló el imaginero Gaspar Becerra en la segunda mitad del siglo XVI. El respeto hacia los demás asistentes, y la reverencia que como cristiano me produce el paso solemne del Entierro de Cristo me inhibe de sacar fotografías. No obstante, podemos apreciar algunos de los bellos tapices, como el de la foto novena que representa al Rey David, músico de arpa, acompañado de ángeles; o bien, la celebración de la Pascua Judía con la ofrenda sacrifical de corderos dentro del Templo de Jerusalén, y en presencia del Arca de la Alianza, que apreciamos en la foto décima. El siguiente tapiz, reflejado en la foto undécima, representa el pasaje en el que David y sus hombres, para sobrevivir el hambre, se ven obligados a comer de los panes de la proposición que se custodiaban en el templo de Jerusalén. El último tapiz, reflejado en la foto nº 12, representa el alegórico triunfo de la Fe cristiana, sobre el error, los pecados, y los herejes, destacando en la parte interior la figura del ex jesuita Martin Lutero.

Las restantes procesiones del Viernes Santo fueron suspendidas, exceptuando la de Jesús Nazareno de Medinaceli cuya hermandad decidió, tras mucha incertidumbre ya que llovía a ratos, procesionar con su venerada imagen tres horas más tarde de lo previsto, a las 10 de la noche, en lugar de las 7 de la tarde. Eso sí, un recorrido muy reducido dando, como vulgarmente se dice, la vuelta a la manzana. Fueron muy ovacionados los anderos que portaban la espectacular carroza procesional por su esfuerzo, entrega devocional y disciplina.

Asimismo, la imagen de Nuestra Señora de la Paz, fue sacada de su sede canónica, en la Iglesia de la Santa Cruz, y fue trasladada hasta la Real Cárcel de Corte, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, donde fue homenajeada por madrileños y visitantes mientras una banda del ejército amenizaba el acto, como podemos observar en la foto nº 13.


No nos olvidamos de las procesiones del Jueves Santo. Sencillamente, es que no tuvieron lugar debido a las inclemencias climatológicas. Ese día, a las 7 de la tarde, estaba prevista la salida de la procesión de Nuestro Padre Jesús Nazareno «El Pobre» y María Santísima del Dulce Nombre en su Soledad, desde su sede radicada en el antiquísimo templo de San Pedro «El Viejo». No hubo lugar a ello. Afortunadamente, unos días antes tuvimos la oportunidad de visitar las imágenes titulares de su «Muy Ilustre, Primitiva y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos» y pudimos inmortalizar a Nuestro Padre Jesús Nazareno el Pobre, como podemos comprobar en la foto 1, que es un característico «Cristo de la Sentencia», esculpido por autor anónimo a mediados del siglo XVIII el cual fue donado a esta antigua parroquia en 1766 por la Marquesa de Santiesteban -cuya casa solariega se hallaba frente al templo de San Pedro- (aunque hoy se conserva la casa de corredor-datada en 1642-, ornada con su blasón y dedicada a alojamiento de su servidumbre). La imagen procedía de su sevillano palacio conocido como la «Casa de Pilatos», ya que la referida marquesa era asimismo titular también de la casa ducal de Medinaceli. Y seguidamente, en la foto 2, contemplamos la imagen de María Santísima del Dulce Nombre, en su Soledad, obra coetánea efectuada por la imaginera Lourdes Hernández en 1999.

Acto seguido, nos dirigimos hacia la Colegiata de San Isidro, sede canónica de la «Real, Ilustre, y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima de la Esperanza Macarena», que debía iniciar su estación de penitencia a las 8 de la tarde del Jueves Santo. No pudo ser. Sin embargo, pudimos captar las imágenes de sus titulares, por un lado a Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, que apreciamos en la foto 3, obra escultórica realizada por D. José Antonio Rodríguez Fernández-Andés, en 1942, copia de la imagen sevillana realizada en el siglo XVII por Juan de Mesa; y, por supuesto a su Santísima Madre, en la advocación de María Santísima de la Esperanza Macarena, que podemos apreciar en la foto 4, la cual fue realizada en 1958 el imaginero Antonio Eslava Rubio.

No podemos abandonar este hermosísimo templo barroco madrileño, que atesora un gran patrimonio histórico-artístico, a pesar del incendio intencionado sufrido en el fatídico año 1936, sin poner algún ejemplo concreto del mismo. A mí, particularmente, me encanta este magnífico y expresivo conjunto escultórico, la «Dormición de la Virgen», que podemos apreciar en la foto 5. Se trata de una obra anónima de taller madrileño de la primera mitad del siglo XVII, situada en la antigua Capilla de la Soledad del brazo norte del crucero.

Antes de abandonar el templo, tuvimo ocasión de inmortalizar la imagen que podemos contemplar en la foto 6. La capilla de Santa Rita de Casia se había habilitado para la veneración del Cristo de las Siete Palabras, obra contemporánea realizada por el imaginero Ramos Corona, fiel copia del sevillano Cristo de la Conversión del Buen Ladrón, obra del siglo XVII, de Juan de Mesa. Este Crucificado madrileño es actualmente venerado por la Orden del Temple, de ahí que en la imagen aparezca custodiado por uno de sus caballeros.

Y, sin más trámite, pasamos a ocuparnos del Sábado Santo. Esa jornada el cielo concedió a los madrileños una pausa en el régimen de lluvias, permitiendo un día soleado, aunque algo ventoso. Esa circunstancia permitió que se pudiera ver en las calles madrileñas la procesión de La Soledad, organizada por la «Real e Ilustre Congregación de Nuestra Señora de la Soledad y Desamparo», con dos cortejos diferentes: el del Cristo Yacente, con salida, a las 4 y media de la tarde desde el Real Monasterio de la Encarnación, y la de Nuestra Señora de la Soledad y Desamparo, con salida a la misma hora de la Iglesia de la Concepción Real de Calatrava. Ambos cortejos confluirían en la Plaza de la Villa, donde se produciría el encuentro para seguir conjuntamente en única procesión hasta su finalización en la iglesia de las Calatravas. En la foto 7 podemos contemplar a algunos de los nazarenos que acompañan al Cristo Yacente, procedentes de Móstoles; en la foto 8 podemos contemplar el paso del Cristo Yacente, realizado en talleres de la localidad catalana de Olot en el pasado siglo XX, a hombros de los anderos, y la banda de música «El Maestro» de esta hermandad mostoleña, portando su bandera municipal, como podemos apreciar en la foto 9.

A la altura de la plaza de San Miguel, coincidimos con el cortejo procesional que acompaña a la Soledad; en la foto 10 contemplamos el pendón de la «Cofradía de Jesús de la Humillación, María Santísima de la Amargura y San Felipe y Santiago el Menor», procedentes de la ciudad de Zaragoza. Estos nazarenos llevan a gala la tradición de las tamborradas, tan características del antiguo reino de Aragón, como podemos apreciar en la foto 11. Podemos contemplar otro ejemplo de esta vocación percusionista nazarena en la foto nº 12. En la misma procesión participó una representación de nazarenos dela «Real Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús EL DIVINO CAUTIVO», que vemos en la foto 13, y que no tuvo ocasión de procesionar el Jueves ni el Viernes Santo. Seguidamente aparece la cruz de guía y el pendón de la «Real e Ilustre Congregación de Nuestra Señora de la Soledad y Desamparo», como podemos apreciar en la foto nº 14. Y, finalmente, aparece la Madre, portada a hombros de los anderos, en la bellísima imagen de la Soledad, tallada en el siglo XVIII por el escultor Juan Pascual de Mena, que podemos contemplar en la foto nº 15.

Esta es la última procesión madrileña de la Semana Santa, justo en la víspera de la celebración dominical de la Pascua de Resurrección.

 

Todas las fotografías han sido realizadas por Julio Real

Julio Real González

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