Nacida en el Madrid del Siglo de Oro, Mariana de Jesús sintió desde niña un profundo amor por Dios, lo que la impulsó a ayudar a los más desfavorecidos, convirtiéndose en un modelo de generosidad y entrega. A lo largo de su vida, se dedicó especialmente a asistir a los pobres, los enfermos y los marginados, sin buscar reconocimiento personal. Su humildad y devoción la hicieron muy querida, siendo admirada por su bondad y compromiso con el prójimo. Mariana dejó un legado de amor incondicional, convirtiéndose en un referente de santidad y caridad, inspirando a todos a seguir su ejemplo de servicio y compasión.