Desde el 29 de octubre de 1434 hasta el 7 de enero de 1435, un periodo de lluvias intensas y constantes, acompañadas de tormentas de nieve, azotó Madrid. Los caminos se volvieron intransitables, lo que dificultó el transporte de alimentos y otros recursos esenciales, y los molinos quedaron fuera de servicio, lo que impidió la producción de harina y pan, esenciales para la alimentación diaria. Este fenómeno afectó de manera generalizada a toda Castilla, y en algunas áreas las malas condiciones se extendieron hasta el 25 de marzo de 1435.