Madrid, como capital del reino español, alcanzó el privilegio de acuñar moneda, que ya tenían, entre otras, ciudades como Burgos, Segovia, Sevilla o Toledo. Aunque hubo intentos anteriores que, o bien fracasaron o duraron poco tiempo, Felipe III consiguió establecer una ceca definitiva en Madrid. Desde entonces, varias han sido las sedes que la Casa de la Moneda tuvo en Madrid.