España (y Cercedilla) pierden a una adelantada a su época.
Los madrileños mantenemos de antiguo una relación de amor y odio con la Sierra. El segundo país más montañoso de Europa después de Suiza, repetimos desde la escuela primaria, unas veces con orgullo, otras con desdén. La capital no puede escapar de la visión de los colosos de granito. En cuanto se hace amago de abandonar la urbe por la calle de la Princesa, asoman los Siete Picos que nos han tenido en vilo los últimos tres días.