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Música frente a la pandemia

La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu

La cita proviene del Quijote y recoge una idea que la sabiduría popular ha vertido en el refrán el que canta su mal espanta.

En estos difíciles días en los que recluidos en nuestros hogares nos enfrentamos a una pandemia, recurrimos  a la música como un revulsivo frente a la incertidumbre y el miedo y buscamos en ella una compañera con la que mitigar la soledad a la que el coronavirus ha condenado a muchos. Trascendiendo el plano puramente personal, la música se ha convertido en un fuerte lazo invisible que nos une y que nos hace sabernos más fuertes que el enemigo, que saldremos una vez más adelante. Y salimos a cantar a terrazas y balcones, y las redes sociales se llenan de conciertos y recitales. Ars curae.

Habiendo afligido a Madrid una especie de peste o epidemia con la cual morían muchos de tristeza y melancolía…

Fray Martín Sarmiento nos cuenta en su  «De historia natural y de todo género de erudición», redactada entre 1762 y 1766, como «Sucedió que, siendo muy niño e infante nuestro rey don Carlos, que Dios guarde, le tenían con los demás hermanitos en el balcón del Real Palacio antiguo. Pasó por la calle un gaitero gallego tocando su gaita. Notose que los niños reales se alegraban y conmovían por extremo cuando la oían. Después de haberse notado esto repetidas veces, se mandó que todas las tardes de 4 a 5 viniese a la plazuela del palacio el gaitero, y que allí tañese la gaita una hora para divertir a los niños infantes; y se le daba un real de a ocho cada tarde de propina, como a otros niños se les daba un cuarto de gaita. Soy testigo de vista y de oído. 

No sé qué verdad se tenga lo que dos veces he oído a un curioso. Díjome que habiendo afligido a Madrid una especie de peste o epidemia con la cual morían muchos de tristeza y melancolía, se tomó la providencia de llamar a Madrid muchos gaiteros que pasasen y cruzasen las calles tocando siempre las gaitas, y que con este arbitrio se había minorado mucho la epidemia. Añadió que desde entonces tiene costumbre la Villa de Madrid de tener asalariados algunos gaiteros que cada año y a tal tiempo vengan a Madrid a alegrar el pueblo con sus gaitas. Lo que puedo decir es que hace muchos años observaba que el Sábado Santo por la tarde salía a las calles algún gaitero gallego. Digo gallego porque otro cualquiera de otra nación que se meta a gaitero, la tocará bien según música, pero jamás acertará a darle el airecillo gallego, y siempre que oigo alguna gaita, al punto distingo si es gallego o no gallego el gaitero que la toca».

Pablo Jesús Aguilera Concepción
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