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El karaoke lo inventó en Madrid un señor de Toledo.

Dice la RAE, y cito textualmente, que karaoke es una “diversión consistente en interpretar una canción sobre un fondo musical grabado, mientras se sigue la letra que aparece en una pantalla”. La palabra es japonesa y proviene de kara ‘vacío’ y oke (de ōkesutora) ‘orquesta’; lo que viene a significar algo así como “orquesta vacía”.

Este invento nos viene del Japón, donde son muy aficionados a este tipo de cosas, y se puso de moda allá por los años ochenta del siglo pasado. Todo esto es muy sabido, dirán. Incluso puede que alguno de Vds. se haya arrancado en alguna ocasión a probar sus habilidades canoras con él o que sufran a algún vecino cuya afición desmedida al karaoke casero sea incompatible con la tranquilidad del resto de inquilinos del bloque. Pero lo que tal vez ignoran es que en el Madrid de los años 20 ya estaba inventado el karaoke.

– Pero, cómo – me preguntarán ojipláticos -, ¿me está diciendo Vd. que en el Madrid de los felices años veinte ya había karaoke?

– Como se lo estoy contando.

– Jesús, qué cosas…

Pues sí, señoras y señores, así fue. Lo que pasa es que como por entonces España andaba bastante atrasada no nos enteramos de que lo habíamos inventado, y así la cosa pasó olvido hasta que los japoneses, que son unos linces para esto del inventar y del copiar, retomaron la idea décadas más tarde y se forraron.

Sin más prolegómenos les cuento cómo nació esta feliz idea que hace las delicias de tantos diletantes por todo el mundo:

José Ramos Martín y Jacinto Guerrero, autores del libro y de la música de "La montería", respectivamente. Fuente: "Mundo Gráfico", 31/I/1923
José Ramos Martín y Jacinto Guerrero, autores del libro y de la música de «La montería», respectivamente.
Fuente: «Mundo Gráfico», 31/I/1923

Nos encontramos en el Teatro de la Zarzuela la noche del 25 de enero de 1923, donde se estrena “La montería”, zarzuela con libreto de José Ramos Martín y música de Jacinto Guerrero. La obra se había estrenado en Zaragoza un par de meses antes y se representó también en Barcelona con rotundo éxito1, por lo que venía a la capital con muy altas expectativas que se superaron con creces, porque en Madrid el aplauso es apoteósico. Muchos números son bisados, algunos incluso varias veces, pero el que se lleva la palma en es el tango milonga “¡Hay que ver mi abuelita la pobre que cosas usaba!….Hay que ver, hay que ver la ropa que hace un siglo llevaba la mujer”, que interpreta la bella tiple Victoria Pinedo. Un par de reseñas publicadas en la prensa de la época bastarán para hacernos una idea del éxito arrollador que tuvo esta obra:

«Casi todos los números se repitieron, y hubo uno, cantado con mucha picardía por la señorita Pinedo, que fué bisado, entre enormes aclamaciones hasta ocho veces […] a las dos y media de la madrugada abandonamos la Zarzuela, cuando estaban todavía por la centésima vez de subir el telón para recibir aclamaciones.»2

El segundo acto se inicia con un cuplé en tiempo de tango, que dijo con singular atractivo la bellísima tiple cómica Victoria Pinedo; este era el jaleado número que tanto había gustado en todas partes, y que ayer tuvo que repetirse seis veces cantado y dos como intermedio, siendo coreado por todos los espectadores; las ovaciones para el maestro Guerrero, que dirigía la orquesta, fueron entusiastas, culminando en él el extraordinario éxito de la partitura.”3

Y fue precisamente en las repeticiones de ese número coreado por el público donde surgió el primer karaoke, ya que, por disposición del maestro Guerrero, durante estos bises un gran cartel sobre el telón mostraba la letra en cuestión para que todo el mundo pudiera cantarla:

Victoria Pinedo en el tango "Hay que ver". Fuente: "Mundo Gráfico", 31/I/1923
Victoria Pinedo en el tango «Hay que ver».
Fuente: «Mundo Gráfico», 31/I/1923

Del estreno en Madrid de esta obra, cuenta Victoria Pinedo, la protagonista femenina, una curiosa anécdota: «Cayó el telón que el maestro Guerrero nos había ordenado que hiciéramos: un telón con un gran retrato mío y la letra del «Hay que ver» en gruesos caracteres para que el público pudiera leerla. Entonces fue cuando Jacinto hizo algo que nadie más que él se hubiera atrevido a hacer, y que, sin duda, constituyó los cimientos de su inmensa popularidad: volvió el atril del otro lado, se situó él completamente cara a los espectadores… ¡ya hay que ser valiente para hacer eso en una noche de estreno!, y comenzó a dirigir aquel coro gigantesco compuesto por miles de voces que salían del patio de butacas, de los palcos, de los segundos pisos, del gallinero… Hasta los acomodadores cantaban: «¡Hay que ver…, hay que ver… hay que ver… la ropa que hace un siglo usaba la mujer!… Creo yo… creo yo… creo yo… Que de una de esas faldas salen lo menos dos…«. ¡Fue el delirio! ¡No se recordaba que jamás el público hubiese corrido en un teatro una juerga semejante! Hasta las tres de la madrugada duró la cosa, y los espectadores siguieron aún cantando por la calle».” 4

Da con ello testimonio que el karaoke lo inventó un toledano5 en Madrid a comienzos de 1923, en el Teatro de la Zarzuela por más señas.

Y para despedir esta breve crónica, aquí tienen Vds. una versión del famoso Hay que ver, interpretada por Ana – Luisa de Córdoba con la Orquesta de Cámara de Madrid dirigida por Enrique Navarro:

[kad_youtube url=»https://www.youtube.com/watch?v=p9pOyQc2H4U» ]

Notas

1 En el Teatro Circo, el 24 de noviembre de 1922.

2 “La Libertad”, 26/I/1923

3 “El Heraldo de Madrid”, 26/I/1923

4 “Biblioteca teatral”, por Valentín Azcune.

5 Jacinto Guerrero era natural de Ajofrín, municipio español de la provincia de Toledo, sito en la comarca de la Sisla

Pablo Jesús Aguilera Concepción
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