Crónicas del Extrarradio (y VII): Los trece pueblos.

Rematamos estas crónicas de la expansión de nuestra ciudad con un vistazo estadístico a los pueblos que se incorporaron a Madrid en los seis años que duraron las anexiones (1948-1954).

Un recuerdo al casco viejo de Aravaca, tal como aparecía en el plano de Facundo Cañada de 1900.
Un recuerdo al casco viejo de Aravaca, tal como aparecía en el plano de Facundo Cañada de 1900.

ARAVACA

Se incorporó a Madrid el 20 de octubre de 1951, con una superficie de 11,27 kilómetros cuadrados y 2287 habitantes. Estuvo a punto de haberse quedado fuera de Madrid, como el cercano Pozuelo de Alarcón, tan cercano a Aravaca que en nuestros días puede pasarse en numerosos sitios de una jurisdicción a la otra con solo pasear unas decenas de metros. Los autobuses de la EMT madrileña llegan incluso a entrar en el término de Pozuelo, para dar servicio al campus universitario de Somosaguas.

BARAJAS DE MADRID

Se incorporó a Madrid el 31 de marzo de 1950. Aportó a la urbe 45,85 kilómetros cuadrados y 2675 nuevos madrileños. Era un municipio muy rural, que en otras circunstancias se habría urbanizado a la misma velocidad que los otros, pero debido a que en él se hallan las pistas del Aeropuerto y sus numerosas ampliaciones, se ha mantenido como uno de los distritos con menos residentes de la capital.

Chamartín según el mismo plano. Los expertos en tranvías quizá puedan asesorarnos sobre si esa travesía en túnel iba en serio o se quedó en mero proyecto abortado. Cuando a Chamartín llegó el Metro mucho después, ya en la década de 1980, a la estación de Chamartín-pueblo, por la que pasa la línea 9, se la llamó "Duque de Pastrana", seguramente para evitar confusiones con la gran estación de Chamartín de Renfe, en la que también hay una parada de Metro de "Chamartín", entonces de la línea 8 y hoy de la 10.
Chamartín según el mismo plano. Los expertos en tranvías quizá puedan asesorarnos sobre si esa travesía en túnel iba en serio o se quedó en mero proyecto abortado. Cuando a Chamartín llegó el Metro mucho después, ya en la década de 1980, a la estación de Chamartín-pueblo, por la que pasa la línea 9, se la llamó «Duque de Pastrana», seguramente para evitar confusiones con la gran estación de Chamartín de Renfe, en la que también hay una parada de Metro de «Chamartín», entonces de la línea 8 y hoy de la 10.

CANILLAS

Se incorporó a Madrid el 30 de marzo de 1950, el mismo día que Canillejas. Hubo un intento de haber creado un solo municipio con estos dos pueblos y con Vicálvaro, para dar algo de continuidad al eje de la Ciudad Lineal, pero la idea de estos tres alcaldes no fue atendida por el Estado. Canillas era un municipio pequeño, de 11,79 kilómetros cuadrados, pero su jurisdicción sobre parte de esta Ciudad Lineal se nota en el hecho de que aportó a la capital de España 25466 personas. Una de las calles, la de José García, fue rebautizada como Alcalde López Casero en honor al último edil del periodo independiente.

CANILLEJAS

Aportó a Madrid 10,06 kilómetros cuadrados y 6955 personas. También ha quedado para la posteridad el nombre de su último alcalde, Pablo Serrano Caballero.

Con posterioridad a las anexiones, los terrenos procedentes de los 13 pueblos antiguos fueron objeto de intensa edificación para albergar a los cientos de miles de personas que vinieron de la España rural a intentar labrarse un porvenir en la urbe. En comparación con las casas que dejaban en los pueblos, los nuevos bloques ofrecían comodidades como el agua corriente y la luz eléctrica, pero algunos de ellos tenían la trampa de carecer de ascensores, cosa que en 1960 no asustaba a unos recién llegados que eran jóvenes, pero que cuando les ha llegado una edad que seguramente ellos mismos no esperaban alcanzar (gracias a las mejoras en la sanidad y la higiene en todas esas décadas) les ha creado un problema para subir las escaleras. La solución, desde la década del 2000, están siendo estos miniascensores exteriores. Foto: Juan Pedro Esteve García, 2016, avenida de Monforte de Lemos.
Con posterioridad a las anexiones, los terrenos procedentes de los 13 pueblos antiguos fueron objeto de intensa edificación para albergar a los cientos de miles de personas que vinieron de la España rural a intentar labrarse un porvenir en la urbe. En comparación con las casas que dejaban en los pueblos, los nuevos bloques ofrecían comodidades como el agua corriente y la luz eléctrica, pero algunos de ellos tenían la trampa de carecer de ascensores, cosa que en 1960 no asustaba a unos recién llegados que eran jóvenes, pero que cuando les ha llegado una edad que seguramente ellos mismos no esperaban alcanzar (gracias a las mejoras en la sanidad y la higiene en todas esas décadas) les ha creado un problema para subir las escaleras. La solución, desde la década del 2000, están siendo estos miniascensores exteriores. Foto: Juan Pedro Esteve García, 2016, avenida de Monforte de Lemos.

CARABANCHELES

El Carabanchel Alto y el Bajo aportaron a Madrid 37,33 kilómetros cuadrados de terreno y 63852 habitantes. Según Antonio García Martín se pensó en incorporar a Madrid solo el Carabanchel Bajo, pero entraron los dos, en gran parte debido a la gran presencia de instalaciones militares. La anexión se verificó el 29 de abril de 1948.

CHAMARTÍN DE LA ROSA

Pasó al Municipio de Madrid el 5 de junio de 1948. Tenía una extensión pequeña, de 11,22 kilómetros cuadrados, pero aportó a Madrid 75.094 habitantes, cifra debida a la pertenencia a Chamartín de parte de la Ciudad Lineal y, sobre todo, a la existencia de un importante núcleo urbanizado en Tetuán a ambos lados de la carretera de Irún (hoy calle de Bravo Murillo)

EL PARDO

El “pulmón verde” de Madrid, gran bosque de la urbe, se incorporó a ella el 27 de marzo de 1951, con 6541 habitantes y la tremenda cifra de 196,52 kilómetros cuadrados de superficie. ¡Casi tres veces el tamaño del Madrid de 1947!. A pesar de su carácter forestal, El Pardo se integró en Madrid debido en gran parte a ser la residencia del dictador Francisco Franco.

Con la entronización del rey Juan Carlos I en 1975, el jefe del estado español pasó a residir en un lugar situado no muy lejos de allí (el palacio de la Zarzuela), y el palacio de El Pardo pasó a servir de residencia a los presidentes extranjeros que se hallen de visita oficial a nuestra ciudad, misión que era la que desempeñaba La Zarzuela anteriormente.

En la década de 1970 la gran polarización social heredada del siglo XIX fue desapareciendo, y frente al modelo dualista de "gente bien" y "pringados" fue surgiendo una clase media urbana, con un nivel cultural bastante aceptable (gracias en gran parte a las reformas de Villar Palasí en la educación), nuevos gustos estéticos y deseo de convergencia con Europa, lo que abrió el camino para la posterior Transición democrática. Los bloques de pisos seguían siendo verdaderas colmenas para humanos, pero ya se construían con unos materiales algo mejores que los de los años 60. Estos de la imagen, en la Ciudad Residencial de Altamira (Avenida de El Ferrol) nacieron en unos años en los que todavía se veían por la zona rebaños de ovejas y carros movidos por animales de tiro, como vestigio de lo que habían sido el viejo Fuencarral y el viejo Chamartín. Foto: Juan Pedro Esteve García, invierno de 2015-2016.
En la década de 1970 la gran polarización social heredada del siglo XIX fue desapareciendo, y frente al modelo dualista de «gente bien» y «pringados» fue surgiendo una clase media urbana, con un nivel cultural bastante aceptable (gracias en gran parte a las reformas de Villar Palasí en la educación), nuevos gustos estéticos y deseo de convergencia con Europa, lo que abrió el camino para la posterior Transición democrática. Los bloques de pisos seguían siendo verdaderas colmenas para humanos, pero ya se construían con unos materiales algo mejores que los de los años 60. Estos de la imagen, en la Ciudad Residencial de Altamira (Avenida de El Ferrol) nacieron en unos años en los que todavía se veían por la zona rebaños de ovejas y carros movidos por animales de tiro, como vestigio de lo que habían sido el viejo Fuencarral y el viejo Chamartín. Foto: Juan Pedro Esteve García, invierno de 2015-2016.

FUENCARRAL

Se incorporó a Madrid el 20 de octubre de 1951. No tan grande como El Pardo, pero sí con un municipio muy respetable (54,39 kilómetros cuadrados) que llegaba bastante al norte, hasta la linde con Colmenar Viejo, aunque desde el año 1991 Colmenar ya no llega tan al sur, pues se le escindió la nueva ciudad de Tres Cantos. De Fuencarral pasaron a Madrid 16377 personas, y la fisonomía del casco viejo original se mantiene en bastantes manzanas. La antigua plaza principal fue rebautizada como de las Islas Azores.

HORTALEZA

Se incorporó a Madrid el 31 de marzo de 1950, con 13,62 kilómetros cuadrados de superficie y 1518 habitantes. Pueblo de cebada y trigo, ya desde los años 40 se preveía en la zona de Manoteras un Poblado Satélite con capacidad para 15.000 personas. Es uno de los pueblos anexionados que ha quedado más desfigurado por las nuevas vías y edificaciones.

VALLECAS

Pueblo con un término municipal bastante grande, 72,36 kilómetros cuadrados, que hasta la reciente edificación de los ensanches y PAUs siguió teniendo un carácter bastante agropecuario. De antiguo era uno de los pueblos que surtían de pan a Madrid, industria que luego fue reemplazada por la de yesos, ladrillos y otros materiales de construcción. En el momento de incorporarse a Madrid (22 de diciembre de 1950) Vallecas contaba con una estimación de 86000 habitantes, casi todos concentrados en el Puente y otras zonas cercanas al Abroñigal. La gran población de Vallecas hacía que fuera uno de los municipios que incluso en su etapa independiente dispusiera de distritos propios desde principios del siglo XX.

A partir de 2008, con la crisis económica, y de 2011, con el inicio de la gran crispación política, este es el paisaje habitual en los terrenos de los "13 pueblos" que habían quedado por edificar desde las etapas anteriores. El estallido de la "burbuja inmobiliaria" y la demolición sin piedad de las clases medias pillaron a verdaderos mares de grúas y esqueletos de bloques a medio construir. Poco a poco, algunos se van terminando. Otros, sin embargo, han quedado como testigos inútiles de una época demencial. Los que vemos en la imagen son del Monte Carmelo, zona que va adquiriendo cierta vida. En cambio, en la zona limítrofe de Vicálvaro con Rivas han quedado calles enteras, con su pavimento y sus farolas, esperando a Godot en medio de un erial. ¿Futuro emplazamiento de cementerios para cuando se agote el de La Almudena?. Foto, Juan Pedro Esteve García, 2015.
A partir de 2008, con la crisis económica, y de 2011, con el inicio de la gran crispación política, este es el paisaje habitual en los terrenos de los «13 pueblos» que habían quedado por edificar desde las etapas anteriores. El estallido de la «burbuja inmobiliaria» y la demolición sin piedad de las clases medias pillaron a verdaderos mares de grúas y esqueletos de bloques a medio construir. Poco a poco, algunos se van terminando. Otros, sin embargo, han quedado como testigos inútiles de una época demencial. Los que vemos en la imagen son del Monte Carmelo, zona que va adquiriendo cierta vida. En cambio, en la zona limítrofe de Vicálvaro con Rivas han quedado calles enteras, con su pavimento y sus farolas, esperando a Godot en medio de un erial. ¿Futuro emplazamiento de cementerios para cuando se agote el de La Almudena?. Foto, Juan Pedro Esteve García, 2015.

VICÁLVARO

Se incorporó a Madrid el 20 de octubre de 1951, con 45,06 kilómetros cuadrados de superficie y 22898 habitantes. Aunque con menor población que Vallecas, su caso puede considerarse casi equivalente: grandes masas de población en la zona pegada al Madrid original, un casco viejo muy definido, y campos de cultivo hacia el este, hacia la linde con Rivas-Vaciamadrid, que siguieron siendo tales hasta el diseño de nuevos barrios a finales del siglo XX y principios del XXI, que hoy son en parte calles vacías sin edificaciones debido al “crack” de la “burbuja inmobiliaria”

VILLAVERDE

Último pueblo (por el momento) en incorporarse a Madrid. Pasó a la capital el 31 de julio de 1954, con 29,20 kilómetros cuadrados de superficie, 20766 habitantes e innumerables industrias, debido a la presencia de buena parte de las carreteras y vías férreas que salen de la capital hacia el Sur de España.

Ya en 1957, apenas terminada esta ampliación de Madrid, había temor a que el tamaño de la ciudad se le pudiera ir de las manos al Consistorio. La idea de limitar el crecimiento de Madrid parece moderna, y de hecho dio mucho que hablar en la década de 1980, con intervenciones de Mangada y otros urbanistas de los primeros años de la democracia. Pero en ese 1957 era un concejal, José Mª Soler Díaz, el que en una conferencia del Círculo de la Unión Mercantil (celebrada el 27 de mayo) abogaba por el traslado del crecimiento a la provincia, para que la capital no se convirtiera en un monstruo ingobernable.

Fin

Juan Pedro Esteve García
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