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50 años del viaje del Apolo 11 (I)

Este año 2019 ha tenido un comienzo muy prometedor para la exploración del espacio. Las campanadas de Nochevieja casi coincidieron con el sobrevuelo por una sonda de la NASA del asteroide Ultima Thule, allá en el Cinturón de Kuiper, que resultaron ser dos cuerpos celestes fusionados por sus polos tras colisionar en lo más profundo de la noche de los tiempos.

El 3 de enero otra sonda, la Chang’e 4, de nacionalidad china, se posaba en la cara oculta -que no oscura- de la Luna. Buena manera de entrar en el año en el que se cumplirá medio siglo de la hazaña del Apolo 11, en la que Madrid y su provincia tuvieron más participación de lo que muchos creen.

 

Cuerpo estelar Ultima Thule tal como fue fotografiado por la nave no tripulada New Horizons a comienzos de 2019.
Cuerpo estelar Ultima Thule tal como fue fotografiado por la nave no tripulada New Horizons a comienzos de 2019. El sobrevuelo hizo posible comprobar que en realidad, lo que visto desde lejos parecía una especie de cacahuete alargado, no eran sino dos microplanetas que chocaron y se soldaron por los polos.
Procedencia: NASA/Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory/Southwest Research Institute.

 

Hace medio siglo la civilización industrial logró alcanzar la cumbre más alta (hasta la fecha) de la especie humana con la llegada de dos de sus integrantes, Armstrong y Aldrin, a la superficie de nuestro satélite natural. Un tercero, Collins, a menudo ignorado por los manuales de Historia al uso, se quedó orbitando alrededor en el módulo de mando. Fue una hazaña de tal calibre que ha dejado empequeñecidos otros muchos logros no baladíes, como las distancias -mucho más largas- que han ido cubriendo las sondas no tripuladas, o el elevado número de personas que se han ido enviando a la órbita terrestre en las últimas décadas a lo largo de los programas de la Lanzadera Espacial, la estación Mir o la actual estación ISS, con los que decenas de hombres y mujeres de ciencia han podido disponer de verdaderos laboratorios y puestos de observación allá en lo alto, con posibilidades y oportunidades impensables aquí abajo.

Infografía que representa la sonda Chang’e 4 posada sobre la superficie lunar. Procedencia: CNSA, Administración Nacional del Espacio de China.
Infografía que representa la sonda Chang’e 4 posada sobre la superficie lunar.
Procedencia: CNSA, Administración Nacional del Espacio de China.

En ésta hazaña de 1969, como en la de la sonda New Horizons, la que sobrevoló Ultima Thule en enero de 2019, hubo participación de unas antenas de radio ubicadas en la Sierra de Madrid, que suelen acaparar menos titulares que los polígonos de lanzamiento o que los centros de control de misiones, pero que junto a otras estaciones de radio repartidas por el planeta Tierra son imprescindibles para la exploración de lo que ocurre más allá de nuestro pequeño mundo natal. En 1969 era el nuestro un país de contrastes: en los pueblos se veían pasar las “galeras”, remolques que todavía iban arrastrados por animales de tiro, y aperos de labranza que no se diferenciaban gran cosa de los de la época de Octavio Augusto, mientras al lado se construían modernas autopistas. Algunos cineastas se tomaban el asunto de la Luna en broma. Pero, a la vez, algunos científicos que iban muy en serio diseñaban el primer satélite español, el INTASAT, que volaría en 1974 y que pasó muy desapercibido en los medios. Demasiado desapercibido.

Por ello, desde La Gatera de la Villa queremos unirnos a las conmemoraciones del cincuentenario de la expedición lunar con una breve serie de artículos que esperamos despierten la curiosidad de nuestros lectores.

Vehículo Yutu 2 transmitiendo las primeras imágenes al separarse de la Chang´e 4. Al contrario de lo que se ha dicho estos días en algunos medios, no son las primeras imágenes “de” la cara oculta de la Luna, sino “desde” la superficie de la cara oculta de la Luna, pues ambas caras han sido ampliamente sobrevoladas desde el lanzamiento de las sondas rusas Luna en 1959. Tampoco existe ninguna “cara oscura” de la Luna, sino una cara oculta que no podemos ver desde la Tierra, pero esa cara tiene sus períodos de luz y de oscuridad al igual que la visible. Procedencia: CNSA, Administración Nacional del Espacio de China.
Vehículo Yutu 2 transmitiendo las primeras imágenes al separarse de la Chang´e 4. Al contrario de lo que se ha dicho estos días en algunos medios, no son las primeras imágenes “de” la cara oculta de la Luna, sino “desde” la superficie de la cara oculta de la Luna, pues ambas caras han sido ampliamente sobrevoladas desde el lanzamiento de las sondas rusas Luna en 1959. Tampoco existe ninguna “cara oscura” de la Luna, sino una cara oculta que no podemos ver desde la Tierra, pero esa cara tiene sus períodos de luz y de oscuridad al igual que la visible.
Procedencia: CNSA, Administración Nacional del Espacio de China.
Juan Pedro Esteve García
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